Pedro Césari y el repertorio a la patria

noviembre 30, 2021

El proyecto de la modernidad impactó de manera transversal las prácticas culturales de las sociedades con miras a los idearios liberales. Con la experiencia independentista de los Estados postcoloniales latinoamericanos en el siglo XIX se consolidó parte de ese proceso, mediante una apropiación local de la cultura liberal europea. En este transcurso, la música jugó un rol fundamental, en donde las canciones patrióticas e himnos ayudaron a otorgar contenido identitario a esta nueva forma de construcción de vida cívica y espacio público amparados bajo un nuevo paradigma de civilidad. Como plantea el historiador Rafael Pedemonte,

“los himnos permitían identificar a las masas con los sucesos fundacionales, transformándose en un componente esencial para favorecer la conexión de los individuos con los acontecimientos memorables y, por lo tanto, con la propia historia. Todo lo cual facilitó la consolidación de un imaginario común, estrechamente ligado a lo que entendemos por nación. Estas composiciones remiten a los habitantes a las gestas heroicas del pasado, a través de las cuales se ha originado el sentimiento patriótico. Por ende, conecta a la población con su historia mediante imágenes inspiradoras, cargadas de heroísmo y sacrificio.”[1]

La Canción Nacional musicalizada por Carnicer ocupa hoy un lugar preponderante en nuestra memoria musical del repertorio nacionalista y es parte relevante en los eventos cívicos en que es interpretada. Sin embargo, ya para fines del siglo XIX hubo un auge de este repertorio que ayudó a consolidar estas nuevas comunidades imaginadas[2]. En Chile, muchas de estas composiciones no eran realizadas por ciudadanos “chilenos” en un contexto en el cual la cualidad de chilenidad estaba recién constituyéndose después del proceso de independencia. Por lo tanto, la tarea de musicalizar la patria fue realizada en varias ocasiones por compositores extranjeros como José Bernardo Alcedo, Ramón Carnicer y Pedro Césari.

Césari, trabajador de la música transnacional, fue uno de los que más aportó en esta tarea tanto desde su trabajo como creador, gestor y profesor. En su rol de compositor en este género, no solo aportó a la musicalización patriótica en Chile, sino que previamente durante su estancia en Portugal, junto con la compañía de ópera Ciacchi, compuso la marcha fúnebre “Camoens” dedicada al héroe homónimo en Lisboa (CR 169/190/191).

Una vez instalado en Valparaíso en 1884 inicia su contribución musical al espíritu patriótico chileno, en una época en que el país defendía y construía su identidad nacionalista, ya no en oposición al antiguo enemigo encarnado en la metrópolis colonizadora ibérica, sino que frente a sus vecinos del Conosur en el marco de la Guerra del Pacífico (1879-1884). Así, compone “Himno a los vencedores” (1884) dedicado al Batallón Miraflores, responsable del avance terrestre en territorio limeño de la última etapa de la guerra, con letra a cargo de Francisco Jarri (CR 116-117). El impacto de esta experiencia bélica es bien conocida por todas y todos en actos que aun marcan nuestro calendario cívico. El arte monumental de ese periodo con las pinturas marinas de Thomas Somerscales o el monumento a los héroes de la Patria en la plaza Sotomayor también estuvo acompañado de música como el “Canto a Prat” o “Himno a Prat” (1886) estrenada para la inauguración de este monumento logró integrarse al repertorio musical de acompañó las celebraciones nacionales como el 18 de septiembre, al menos en Valparaíso, como se aprecia en el agradecimiento que recibe Césari de la intendencia en 1886:

“esta intendencia se apresura a dar a usted las mas cumplidas gracias por su direccion en los ensayos y ejecucion del Himno a Prat, que fue cantado los dias 17 y 18 del presente por los alumnos de las escuelas públicas” (CR153)

 

Ceremonia de inauguración del Monumento a la Marina en la Plaza Rafael Sotomayor de Valparaíso, 21 de mayo de 1886.

Incluso más adelante Césari continuó con su producción creativa en esta materia con la composición de la “Marcha a Prat” o “Marcha Fúnebre”, para la recepción de los restos mortuorios de los héroes de Iquique en el mismo monumento de la Plaza Sotomayor. Y en 1891 compone “Honor i Gloria a los Héroes de la Patria”.

¿Por qué un italiano escribiría obras que ensalzaran el espíritu nacionalista chileno? ¿En qué factores podría radicar el interés de Césari de componer este tipo de música? Una posible respuesta podría ser el asociarlo a un compromiso con el proyecto de Estado-nación que se buscaba consolidar en Chile, especialmente tras la Guerra del Pacífico. No obstante, el contexto de las prácticas musicales de la época y su perfil como trabajador de la música transnacional abre otras puertas de interpretación.

Las labores realizadas por Césari en el mundo de la música del siglo XIX fueron muy productivas y diversas. En el área de la composición, además del repertorio patriótico, compuso obras para canto y piano y varios arreglos de arias de ópera para ser interpretadas por bandas y orfeones en espacios sociales públicos como plazas y calles en instancias recreativas o actos cívicos. Así, Césari se dedicó a componer piezas que podían tener una mayor circulación dentro de los espacios populares de escucha musical como los salones, teatros, calles y plazas. Con estas creaciones y arreglos musicales Césari aportaba al repertorio con el que se nutrían los orfeones, bandas municipales y bandas militares del periodo[3]. Al mismo tiempo, con este repertorio contribuyó a consolidar ideales ilustrados, como hizo también con la ópera, ayudando a la conformación de nuevos espacios cívicos de la identidad nacional.

Césari no solo aportaba desde su quehacer creativo, sino que también como director de bandas, orquestas y orfeones. Por ejemplo, como nos muestra un recorte de prensa, Césari estuvo a cargo de dirigir el festival de bandas realizado en la fecha conmemorativa de la gesta independentista del 12 de febrero (Batalla de Chacabuco) (CR 165/136). O también, vemos que el interés de vender sus partituras a la municipalidad de Valparaíso si bien estuvo motivado por la obtención de un estipendio económico por su trabajo creativo, esto se hizo bajo un argumento pedagógico de formación cívica. Se planteó que el fin de esta venta era para su partitura pudiera ser interpretada por las primeras generaciones de estudiantes en instituciones públicas laicas. Parte de las razones del municipio a favor de la compra de Césari, a pesar de la falta de presupuesto residían en que:

“Es cierto que el trabajo que ofrece en venta el señor Cesari no es de grande alcance; pero no es menos cierto que servirá perfectamente para desarrollar en los alumnos de las escuelas la moralidad y buenas costumbres, reemplazando a la cueca y otros cantos de este jénero./ Por otra parte, se trata de conmemorar hechos culminantes de nuestra historia y de ensalzar a ciudadanos que han prestado a la república grandes servicios, y conviene inculcar en los niños recuerdos de gratitud hácia esos héroes y mantener vivos los sentimientos de patriotismo./ Por eso está conforme con la comision informante. Redúzcase si se quiere el número de ejemplares, pero no se rechace lisa y llanamente la oferta, máxime cuando la hace una persona que de contínuo está prestando útiles servicios a la localidad” (CR181)

Hoy en día, las composiciones de Césari no forman parte de la memoria musical asociada a nuestras ceremonias cívicas. Sin embargo, al menos a partir de los recortes de prensa del álbum de Cesari, el “Canto a Prat” trascendió en el calendario cívico más allá de su fecha de estreno en la Plaza Sotomayor. Y, según una noticia de 1889, pudo haber sido considerado en ese momento a un nivel parecido que la Canción Nacional y el Himno de Yungay. Según un recorte de prensa se informa sobre la solicitud a todos los gobiernos del mundo por parte Pierre Schurowsky, caballero y jefe de orquesta de la Ópera Rusa Imperial, del envío de:

 “un ejemplar de la letra y música de sus respectivos himnos nacionales, á fin de recopilar en un solo volumen y hacer una colección oficial por cuenta del gobierno de Rusia. En esta misma nota, el medio asegura que “se ha enviado al señor Pierre de Schurowsky un ejemplar de la Canción Nacional Chilena, otro del himno de Yungay, y por último un ejemplar del Himno á Prat escrito por el reputado maestro Cesari.” (CR206)

Finalmente, el repertorio de las composiciones patrióticas durante el siglo XIX fue parte de un interés amplio y diverso, tanto en las naciones a nivel global, sus intérpretes -bandas- y el horizonte de escuchas que era proyectado en una nueva ciudadanía liberal. Así, hace sentido, que un migrante italiano, como Césari, haya dedicado parte de su trabajo creativo a musicalizar la patria en Chile, país en el que residió hasta 1896 para después retornar a Italia.

 

 

Escrito por Estefanía Urqueta, Proyecto Memoria Musical de Valparaíso, Noviembre 2021

Archivo Digital Pedro Césari.


[1] Pedemonte, Rafael. 2009. “Cantemos la gloria”: Himnos patrióticos e identidad nacional en Chile

(1810-1840). En G.Cid y A. San Francisco (Eds.) Nación y nacionalismo en Chile. Siglo XIX. Volumen 2(pp. 3-38). Santiago de Chile: Centro de Estudios Bicentenario, p. 6.

[2] González, Juan Pablo y Rolle, Claudio. 2005. Historia social de la música popular en Chile 1890-1950. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Católica de Chile, p. 272.

[3] Karmy, Eileen y Molina, Cristian. Músicos como trabajadores. Estudio de caso de la Sociedad Musical de Socorros Mutuos de Valparaíso (1893-1930). Resonancias, 22, 42, pp. 53-78.

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