La Sociedad Mutualista: breve mirada panorámica dentro y fuera de nuestras fronteras

diciembre 3, 2015

En este escrito buscamos dar un marco referencial sobre las organizaciones sociales que propiciaron la conformación de una sociedad mutualista de músicos en Chile a fines del siglo XIX. Para esto es necesario entender primero ¿Qué es una sociedad mutualista?

Las Mancomunales de la República y las Sociedades Obreras de Valparaíso a los Representantes del Pueblo. Folleto archivado en Libro Documentos de Importancia de la SMSM de Valparaíso.

Las Mancomunales de la República y las Sociedades Obreras de Valparaíso a los Representantes del Pueblo. Folleto archivado en Libro Documentos de Importancia de la SMSM de Valparaíso.

La Sociedad Mutualista en Chile

Como primer acercamiento al mutualismo en Chile, desde sus inicios, y tomando la definición de la historiadora María Angélica Illanes “podríamos definir ya el socorro mutuo como un sistema de organización y vinculación societaria autónoma y propia de la clase artesana y obrera en función de la subsistencia biológica–corporal y del desarrollo intelectual, social y material de sus miembros entre sí”[1]. Para explicar cómo fueron ampliándose las áreas de interés del mutualismo, la historiadora considera que el foco inicial de este tipo de organizaciones sociales, fue el de resguardar la salud de sus miembros. Sobre esto plantea lo siguiente:

“En este sentido debemos comprender la vinculación histórica que se produce entre el cuerpo enfermo y la sociabilidad. El lazo de unión está fundado sobre el sentimiento físico, en el saber directo acerca del cuerpo del otro y de su familia, en la preocupación acerca del destino personal e inmediato del afiliado. Es a partir, entonces, de una relación de solidaridad carnal de donde emerge la real sociabilidad popular durable, resistente, profunda. Todo lo demás, la instrucción, la moralidad, el bienestar y civilización de la clase popular –objetivos centrales de las sociedades obreras, especialmente de esa primera época- descansaban sobre el pilar del socorro mutuo y cotidiano”[2].

Las problemáticas respecto a lo corporal eran un tema fundamental, especialmente si entendemos que a mediados del siglo XIX la población estaba expuesta a enfermedades sin cura en esos años, siendo los sectores populares los más desprotegidos. Esta situación, sumada a un Estado que no proporcionaba las condiciones de bienestar social, hacía que los trabajadores asociados en el socorro mutuo se dispusieran a cubrir esta carencia. A la larga, y como consecuencia de la proliferación de distintas sociedades mutualistas y otras organizaciones, se instalará la necesidad de legislar y promover acciones que tendrá que asumir el Estado chileno como un derecho ciudadano[3].

Es interesante también la perspectiva histórica que Illanes hace del mutualismo estableciendo su punto de origen, tanto en lo material como en lo filosófico, a las ideas promovidas por la llamada Sociedad de la Igualdad:

“El 10 de abril de 1850 se reunieron [Santiago] Arcos, [Francisco] Bilbao, Eusebio Lillo, Laureano Piña, Manuel Recabarren –jóvenes republicanos, amantes del pueblo y muy cercanos a él– y los artesanos: José Zapiola (músico), Ambrosio Larracheda (sombrerero), Rudecindo Rojas (sastre), Cecilio Cerda (sastre) y Manuel Liucares (zapatero). Tal fue el centro originario de la asociación, que se denominó La Igualdad”[4].

Entre las iniciativas de la Sociedad de la Igualdad estaba la de crear una escuela de artesanos e impartir cursos de literatura, pintura y música entre otras disciplinas. Es ahí donde cobra sentido la participación del músico José Zapiola, figura relevante en el desarrollo musical en Chile, quien dentro de sus acciones, formó la cátedra de música en la Escuela Normalista de Santiago y fue director del Conservatorio Nacional en 1857.

Los mismos intereses fueron desarrollando las sociedades mutualistas que al comenzar con un foco puesto en el bienestar corporal, extendieron sus intereses colectivos hacia la formación intelectual de sus asociados. En este punto, la incorporación de los músicos de Valparaíso al mutualismo viene antecedida de la experiencia de otros gremios, inspiradas en el reflejo de hermandad que la Sociedad de la Igualdad promovió y que a su vez fueron imbuidos desde los idearios de las revoluciones de 1848 en Europa.

Anteriores a la organización mutualista de músicos en la región, están la Sociedad Tipográfica de Valparaíso, fundada en 1855 y refundada en 1862 como la Sociedad de Artesanos de Valparaíso, y la sociedad de mujeres, creada en 1887 bajo el nombre de Sociedad de Obreras de Socorros Mutuos de Valparaíso. El surgimiento de esta última organización desencadenó una importante lucha ideológica en un sector de la sociedad porteña, que veía con peligro cómo la mujer daba pasos a la movilización sin la venia de la Iglesia Católica que hizo esfuerzos por deslegitimar la voluntad libertaria de las mujeres, quienes pese a las dificultades, consiguieron replicar este tipo de organización en Santiago en la Sociedad Emancipación de la Mujer en 1888.

Por ahora, no ahondaremos en esta temática, pero sí mencionaremos que las organizaciones conformadas por mujeres son un punto importante a considerar dentro de la historia del mutualismo chileno. Por una parte, resulta crucial entender que las organizaciones de mujeres se instalan en el espacio público donde el trabajo de coordinación de las asociaciones mutualistas de la época estaba mayoritariamente dirigido por hombres. Por otra, la participación de las mujeres en los procesos históricos, muchas veces invisibilizada, queda posicionada como punta de lanza, con una poderosa institución como la Iglesia en su contra, que sólo concebía a la mujer en el ámbito de lo doméstico, ese intramuros perpetuo en el que se pretende naturalizar su existencia. La contra respuesta e intentos de ruptura a estos procesos hegemónicamente masculinos, aparecen cuando “hacia fines del siglo XIX, numerosas mujeres populares especialmente del puerto de Valparaíso, quisieron fundar, como dijimos, sociedades de socorros mutuos […] fue una opción por erigir un espacio público civil libre –paralelo, simultáneo y que no pretendía suplantar al de la iglesia- donde poder apropiarse y auto-construir su ‘habla’ y su ‘razón’ sin dependencias directivas ni prescriptivas sacerdotales”[5].

Carta del Centro Social de Obreros de Valparaíso a la SMSM de Valparaíso, 30 de diciembre de 1894. Archivada en Libro de cartas de la SMSM de Valparaíso desde 1893 a 1911.

Carta del Centro Social de Obreros de Valparaíso a la SMSM de Valparaíso, 30 de diciembre de 1894. Archivada en Libro de cartas de la SMSM de Valparaíso desde 1893 a 1911.

Estas iniciativas surgidas en la sociedad porteña, se articulan como motor de cambio y movilidad social entre los distintos grupos que componen el entramado social y cultural de Valparaíso, siendo los músicos porteños uno de esos actores que se ven interpelados ante dicha movilidad. Por ello la Sociedad Musical de Socorros Mutuos de Valparaíso se instala como una de las primeras iniciativas de organización colectiva de músicos en el país.

Mutualismo en el exterior

En el plano internacional el mutualismo se difundía por la misma época entre las asociaciones de obreros y artesanos, manteniendo posteriormente el vínculo transitorio hacia la consolidación de sindicatos propiamente tales.

En el caso de México, por ejemplo, los obreros sombrereros fundaron en 1853 en Ciudad de México la Sociedad Particular de Socorros Mutuos. Los estudios sobre mutualismo en este país establecen la década de 1867 y 1877 como el periodo de surgimiento de asociaciones fraternales de socorro mutuo[6]. En el contexto europeo viene ocurriendo algo similar en lo que se refiere al surgimiento de mutuales en distintas áreas de trabajo y gremios. Tal es el caso de España donde “[…] las sociedades de seguros de riesgo personal (enfermedad, vejez, paro, accidentes, invalidez y muerte) fueron las más difundidas […] a través del socorro mutuo”[7]. En el caso español, las primeras asociaciones mutualistas “[…] nacieron fruto de la transformación de las Cofradías y Hermandades del Antiguo Régimen a principios del siglo XIX”[8].

Otros ejemplos anteriores se pueden rastrear en Inglaterra sobre asociaciones específicamente musicales cuyo fin era mejorar las condiciones de ayuda entre sus miembros y resguardar el prestigio del oficio mismo. Tal como describe Abram Loft, a fines del siglo XIV en Londres se creó una Fraternidad, que tenía fines benevolentes, buscando proveer de ayuda a distintos grupos de músicos, mientras que a mediados del siglo XV se fundó la Hermandad de los trovadores del Rey, con el fin de centralizar el monopolio, supervisando la profesión a través de los procesos de evaluación que se aplicaban tanto sobre miembros de la organización como a externos. A inicios del siglo XVI, en Londres, se creó una Camaradería de trovadores que buscaba específicamente regular la competencia entre los miembros de la organización[9]. Estas cofradías o hermandades tienen su origen en la Edad Media a partir del siglo XVI[10]. En este tipo de organizaciones se establece un punto de inicio para la futura conformación de nuevas organizaciones, que buscan mantener el carácter fraternal, que desde el siglo XIX estarán centradas en el mutualismo. Francia, España, Inglaterra y países en América Latina avanzan en este mismo siglo, en fundar mutuales de obreros, artesanos y artesanas con fuentes de inspiración ancladas en esta idea de hermandad.

La figura del sindicato propiamente tal, aparece mucho antes en Europa, es así que en 1893 surge en Inglaterra el Sindicato Amalgamado de Músicos y la Asociación Nacional de Orquesta unificadas posteriormente en el Sindicato Británico de Músicos en 1921. En Chile la figura sindical aparece más tarde, lo interesante es observar los procesos paralelos que se gestaron en esos mismos años entre Europa y América Latina. Por el mismo año de 1893 se funda en Valparaíso la Sociedad Musical de Socorros Mutuos, que posteriormente en 1931 dará paso al Sindicato de Músicos de Valparaíso. Este tránsito de mutual a sindical es gradual en algunos casos y son una constante en término de cambios de estrategia, organización, ideológicos y demandas sociales. Pero son las mutuales las que se nutren principalmente de esta idea de fraternidad a la que hacemos referencia.

Volviendo al caso chileno, estos ideales fraternales con que se definen las sociedades mutualistas inicialmente, son reflejo del espíritu que instaló la revolución francesa como comentamos anteriormente, donde se enarbolaba la búsqueda de la libertad igualdad y fraternidad. Y cierto es que, muchos personajes relevantes en la historia social vinculados a la movilización social de principios del siglo XIX, como Francisco Bilbao Barquín[11], fueron portadores de estos ideales, cumpliendo una función de verdaderos pasadores.

El término pasadores, en palabras de Gabriel Castillo Fadic, “[…] no es un transeúnte. No está de paso por un lugar sino, más bien, establecido entre dos lugares que no pueden ya ser percibidos como lo serían si no hubiese un vínculo entre ellos”[12]. En este sentido el pasador “[…] Abre así un espacio nuevo en que distintos sistemas de sentido pueden reconocerse fuera de sí, como propias, ciertas funciones simbólicas”[13]. Bilbao en este caso, tuvo contacto con los movimientos sociales y el devenir político de Francia del siglo XIX, nutriéndose de éste y proyectándolo en sus propios ideales una vez instalado en Chile. Tal como plantea Illanes, “Francisco Bilbao y Santiago Arcos –retornado también desde Francia el año ’48- se reencontraron en la patria. Ambos, tocados por los acontecimientos revolucionarios europeos, se comprometían en Chile –Bilbao desde una perspectiva más filosófica y Arcos con una impronta más política– en opciones semejantes, dejando huella profunda en el movimiento social chileno”[14].

Es en este sentido, Bilbao como pasador, transmite estos ideales a las clases populares mediante la fundación de la Sociedad de la igualdad, que inspiró a las posteriores organizaciones mutualistas que fueron creciendo en número entre la población, con diferencias sustanciales pero con la impronta fraternal y de justicia que enmarca este vínculo histórico.

La Sociedad Musical de Socorros Mutuos de Valparaíso

Lo descrito anteriormente es parte del entono social y la antesala para la fundación de la SMSM de Valparaíso, organización que podemos conocer mediante sus propios archivos. Con estos documentos es posible revisar, con distintas miradas, cómo los músicos fueron capaces de articularse en función de su propio oficio, buscando definir y decidir sobre su destino como sujetos de cambio social, en una ciudad cada vez más cosmopolita dada su condición de puerto marítimo, de incesante intercambio económico y cultural en relación con el exterior. No es extraño ver que entre los nombres formaban parte de esta asociación, figuren apellidos de origen italiano o francés, por ejemplo, puesto que muchos extranjeros hicieron del puerto de Valparaíso su residencia.

Encabezado carta- 22 feb 1918

Encabezado de carta al Presidente de la SMSM de Valparaíso, 22 de febrero de 1918. Archivada en Libro de cartas de la SMSM de Valparaíso desde 1893 a 1911.

Por otra parte, la historia del mutualismo en Valparaíso nos expresa cómo los trabajadores porteños fueron asumiendo un rol activo respecto a su propio bienestar de clase y de oficio. Por ello, resulta importante observar las huellas de este pasado, a partir del testimonio escrito por puño y letra de los propios músicos organizados. Será importante también conocer de qué manera se definían estos músicos; en qué forma se consideraban y relacionaban unos con otros; qué tipo de cambios procuraron realizar en función del bienestar colectivo; qué rol jugaba un reconocimiento de clase entre estos músicos como parte de un mismo oficio, un mismo devenir.

Desde esta posibilidad de mirar e interpretar retrospectivamente nuestro pasado sociocultural podremos también hacer nuevas lecturas de la situación actual en la que el medio musical aborda la idead de bienestar común, de hermandad, de asociación entre iguales.

Escrito por Cristian Molina, Noviembre 2015.
Proyecto Memoria Musical de Valparaíso.


[1] Illanes, María Angélica. 2003. Chile des – centrado. Formación socio-cultural republicana y transición capitalista (1810-1910). LOM, Santiago de chile, p 293.
[2] Ibíd. p.301.
[3] En 1924 fue votada la ley 4.057: el Seguro obligatorio contra enfermedad e invalidez, dispuesta para todos los obreros, artesanos artistas independientes y asalariados menores de 65 años y comerciantes independientes bajo condiciones establecidas por la ley. También se establece el derecho a sindicalizarse de los trabajadores por medio de la ley 4.057.
[4] Op. Cit., p. 274.
[5] Ibíd. p. 324.
[6]Al igual que en el caso chileno pero con mayor o menor impacto en algunas áreas y según las leyes que se fueron creando en este ámbito de la protección social, podemos evidenciar que el mutualismo en casi todos los casos busca extender su acción no tan solo al socorro de salud. Sus necesidades se van acrecentando en la medida en que crecen también el número de asociaciones. Las crisis de cada país fueron potenciando la conformación de mutuales que toman forma desde mediados del siglo XIX hasta mediados del XX. Para profundizar en el caso mexicano, recomendamos: http://bit.ly/1Me2HlT
[7] Vilar, Margarita y Jerónia Pons. 2011. El papel de las sociedades de socorros mutuos en la cobertura del riesgo de la enfermedad en España (1870 – 1942). X Congreso Internacional de la AEHE. Septiembre de 2011. Universidad Pablo de Olavide, Carmona, Sevilla, p 5.
[8] Ibíd. p 12.
[9] Loft, Abram. 1950. Musicians’ guild and union: A consideration of protective organization among musicians. PhD, Faculty of Philosophy, Columbia University. Chapter 4, pp. 212- 271.
[10] Para profundizar sobre las cofradías en España del régimen antiguo, recomendamos: http://bit.ly/1jZdc5S
[11] Sobre Francisco Bilbao, recomendamos: http://bit.ly/1IRaHyp
[12] Castillo Fadic, Gabriel. 2003. Las estéticas nocturnas ensayo republicano y representación cultural en Chile e Iberoamérica. Universidad Católica de Chile, p 39.
[13] Ibíd., p. 39. Gabriel Castillo Fadic utiliza este término en relación a su traducción e interpretación del francés passeur.
[14] Illanes, María Angélica. Op. Cit. p 273.

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